Disclaimer: Este artículo no es escrito por médicos, sino por personas interesadas en la salud y la nutrición, obtenido de la lectura de diversas fuentes públicas.
 
Tu sistema inmunitario se activa cuando tu cuerpo reconoce cualquier elemento extraño, como un microbio invasor, polen de plantas o una sustancia química. Esto suele desencadenar un proceso llamado inflamación. Los episodios intermitentes de inflamación dirigidos a invasores realmente amenazantes protegen tu salud. Sin embargo, a veces la inflamación persiste día tras día, incluso cuando no existe la amenaza de un invasor externo. Es entonces cuando la inflamación puede convertirse en tu enemigo. Muchas enfermedades que nos aquejan, como el colon irritable, enfermedades autoinmunes, artritis, diabetes, candidiasis, se han relacionado con la inflamación crónica .
La inflamación crónica es una respuesta prolongada del sistema inmunológico, que puede durar meses o años, incluso cuando no hay una amenaza inmediata como una infección o lesión. A diferencia de la inflamación aguda, que es una respuesta rápida y temporal a una lesión, la inflamación crónica puede persistir, causando daño a los tejidos y contribuyendo al desarrollo de diversas enfermedades.
 
Muchos cambios en la dieta y el estilo de vida pueden ser útiles para eliminar los desencadenantes de la inflamación y reducir la inflamación crónica. En pacientes con artritis psoriásica (artritis inflamatoria crónica), se ha demostrado que la pérdida de peso por sí sola se asocia de forma independiente con una mejora clínicamente significativa de la actividad de la enfermedad y la inflamación*.

La herramienta más poderosas para combatir la inflamación no proviene de la farmacia, sino de los almacenes naturales. «Muchos estudios experimentales han demostrado que los componentes de alimentos o bebidas pueden tener efectos antiinflamatorios», afirma el Dr. Frank Hu, profesor de nutrición y epidemiología del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard.

Qué comer en la dieta antiinflamatoria

La dieta antiinflamatoria se basa en dos patrones tradicionales de alimentación saludable que proceden de las culturas asiática y mediterránea. Se cree que el patrón combinado es una de las formas más saludables de alimentación.

  • Promueve el consumo de alimentos frescos y se evitan los procesados.
  • Es rica en grasas saludables como las aceitunas y el aceite de oliva, el pescado graso, los frutos secos y las semillas.

  • Incluye una variedad de fuentes de proteínas:

    • Algunas son ricas en fibra, como los frijoles y otras legumbres.

    • Algunas contienen menos grasa animal, como las carnes blancas.

    • Otras incluyen grasas más saludables.

  • El agua y el té sin cafeína son las bebidas principales.

  • La dieta antiinflmatoria también promueve una manera de comer más lenta y reflexiva.

  • En primer lugar, hay que eliminar los alimentos con alto índice glucémico tales como harinas refinadas (presentes en el pan blanco, la bollería y la bollería industrial), frutas muy dulces (especialmente las frutas tropicales) y los zumos ya sean caseros o industriales.

  • Del mismo modo hay que quitar de la dieta las grasas trans como, por ejemplo, margarinas, alimentos procesados y ultraprocesados y aceites vegetales muy refinados (especialmente el aceite de girasol, de cacahuete y de soja, ya que son ricos en omega 6, grasas promotoras de la inflamación.
  • Una vez eliminados los alimentos anteriormente mencionados, hay que aumentar el consumo de alimentos antiinflamatorios como: el aceite de oliva, los pescados, las carnes no procesadas y los huevos.
  • También es muy importante la hidratación, que debe ser suficiente y de calidad (2-3 litros de agua al día). Se puede añadir al agua lima o limón y también vinagre de manzana o tomar infusiones como el té verde que funcionan muy bien para eliminar toxinas, que son las causantes de que la inflamación permanezca. Además, una buena hidratación es fundamental para la correcta salud intestinal y para reducir la inflamación articular.
  • Por último, es importante realizar actividad física, gestionar el estrés y adoptar hábitos de sueño saludables que garanticen un descanso suficiente y de calidad. Así como es necesario un adecuado aporte de omega 3 y vitamina D.